–Hablemos de tu última obra y del premio María Guerrero.
–El año pasado cumplí 30 años de trabajo coreográfico y quise hacer un balance. Repuse una obra de 2010, realicé una muestra fotográfica de todas mis piezas en aire y luego estrené “Ringtone”. Es personal y distinto de trabajos anteriores; incluye voces en off, lenguaje cotidiano, relatos autobiográficos y humor irónico. Me pongo como protagonista, pero no para mostrarme a mí misma: hablo del paso del tiempo, la pulsión de bailar y la transformación de los cuerpos. Bailo con mi hija, algo poco común y muy potente en escena.
Andrés Neumann ha sido un gran conocedor y hacedor en la historia reciente de las artes escénicas. Nacido en Bolivia, criado en Uruguay e instalado durante cinco décadas en Europa, construyó una trayectoria como curador, productor y gestor cultural en diálogo con algunos de los creadores más influyentes del siglo XX: Pina Bausch, Peter Brook, Robert Wilson, Ingmar Bergman, Tadeusz Kantor. Hijo de inmigrantes europeos que escaparon del Holocasto hacia Latinoamérica, su biografía está marcada por el tránsito entre lenguajes y geografías, un recorrido que lo convirtió en un testigo privilegiado de la escena internacional.