teatro
Alejandro Tantanian: «Trabajar la historia de amor como posibilidad de subversión de la guerra me parece preciosa en términos poéticos»| Por JMR


19/09/2025

En En mitad de tanto fuego, texto de Alberto Conejero, Patroclo se convierte en narrador y protagonista de una relectura de La Ilíada que enfrenta la épica bélica con la fuerza del deseo y la poesía.

Por Javiera Miranda Riquelme
@javieramirandariq

Dirección: Alejandro Tantanian. Dramaturgia: Alberto Conejero. Intérpretes: Victorio D´Alessandro. Iluminación: Oria Puppo. Producción: Victorio D´Alessandro, Luzu Tv. Asistencia de dirección: Juan Cruz Bergondi. Sala: Dumont 4040 (Santos Dumont 4040, CABA). Funciones: Viernes 21:30 horas.

En mitad de tanto fuego es un relato que se corre de la épica homérica para centrarse en la intimidad de Patroclo (el compañero de guerra del héroe Aquiles) transformado en protagonista y narrador de su propia historia. La puesta, minimalista pero intensa, combina actuación y diseño audiovisual para conjugar la violencia de la guerra con la intensidad de la pasión y crear un espacio donde el amor se yergue como acto político.


En esta pieza, el dramaturgo español Alberto Conejero revisita La Ilíada para explorar fuerzas íntimas y silenciosas que subyacen bajo la épica. Su texto dialoga con Safo, Pedro Lemebel y Anne Carson, entre otros, articulando un discurso poético que subvierte los relatos heroicos y se arroja a la pasión queer.


Bajo la dirección de Alejandro Tantanian, Victorio D’Alessandro encarna a Patroclo y, a la vez, actúa como aedo, hilvanando narración y acción. Una obra que surge como alegato contra la guerra y una reflexión sobre el amor frente a la violencia.

Ph: Diego Hómez

–En esta obra Patroclo es una suerte de objetor de conciencia respecto de la guerra. ¿Cómo subvierte esta obra de teatro las premisas originales de La Ilíada?

–La pieza es claramente una obra de Alberto Conejero, autor español que en su producción visita muchos textos canónicos o clásicos y trata de mirarlos desde otra perspectiva. Creo que aquí el foco está puesto en la historia de amor entre Patroclo y Aquiles. Patroclo es el más amado por Aquiles. Entonces, concentrándose un poco en lo que aparece en La Ilíada y amplificando esa situación, también es importante señalar que esta obra nace del impulso de la guerra en Ucrania. Alberto comienza a pensar en escribirla en ese contexto, por lo cual también funciona como un alegato antibelicista. Y qué mejor que trabajar con La Ilíada, el poema fundacional de Occidente en torno a la guerra. Venimos de una tradición donde o todo es guerra como en La Ilíada, o todo es viaje como en La Odisea porque nace claramente de esos dos enormes ríos. Todos los demás son afluentes de esas dos corrientes. Y esa idea de trabajar sobre la historia de amor como posibilidad de subversión de la guerra, de resistencia a la guerra o de discurso que enfrenta al discurso bélico me parece preciosa en términos poéticos. Ese es, en parte, el motor que impulsa a Alberto al decidir contar la historia tal como la narra.

Ph: Ernesto Donegana

–¿Cuáles son las características de la dramaturgia y la poética de Conejero que están presentes y por qué decidiste hacer esta obra?

–La decisión de montar el espectáculo tiene que ver, primero, con la fascinación ante el texto. Este proyecto también me lo acerca Victorio. Yo conocía el texto porque soy amigo de Alberto y lo había leído. Y bueno, hubo esas casualidades: de repente Victorio me trae este texto y pienso: ‘¡Eureka, eureka! Funciona por todos lados, vamos para adelante’. En realidad, todo lo que funciona como espectáculo es la manera en que el texto puede llegar al espectador. Me refiero al trabajo que hicimos desde la actuación, los discursos del sonido, del video, de la luz, del vestuario. Todas las disciplinas que trabajan y orbitan en un espectáculo giran, en este caso, muy alrededor del texto como centro. Decidimos trabajarlo con una doble función: por un lado, como Patroclo, y por otro, como narrador, una suerte de aedo. Hay una conjunción entre estas dos instancias: por momentos es Patroclo, por momentos nos narra el cuento. El texto también tiene ese impulso; no es situacional, sino narrativo. Era necesario encontrar un sostén para que la narración llegara de forma clara, sin que se sintiera aligerada o edulcorada en las pasiones. Por momentos hay distancia, y en otros se transforma en una cercanía de otro tipo.

Alejandro Tantanian y Victorio D’Alessandro.

–¿Volviste a leer La Ilíada de Homero para la obra?

–Lo que hice fue leerla mientras asumía el desafío de montarla. Volví a leer La Ilíada, pero más que nada para sumergirme un poco, como para nadar en aguas similares. Casi no me detuve a pensar; fue algo parecido a leer también a Cavafis, o reflexionar sobre los griegos. Revisé algunas cosas de Empédocles, de los presocráticos y de Esquilo, que es el fautor trágico que más me gusta. Pero era más bien como tomar una especie de perfume para entrar en clima. La obra tiene suficiente material por sí misma como para no necesitar referirse a otros textos, y además todo el procedimiento sobre La Ilíada ya lo había desarrollado Alberto, así que no había que repetirlo.

–Mencionaste que Conejero comenzó a escribir esta obra cuando estalló la guerra en Ucrania. ¿Cómo dialoga para ti esta obra con el contexto mundial de guerra?

–Bueno, creo que políticamente es un texto que, en principio, es queer; es un texto claramente marica, torcido y, como tal, también de resistencia. Sumado a eso, está la idea de la oposición del amor frente a la guerra, que funciona de manera muy notable. Hoy por hoy, el contexto argentino no es el europeo, y nuestro énfasis está más puesto en la historia amorosa y en la posibilidad de reflexionar sobre la homofobia o el odio hacia los discursos que hemos venido soportando, que provienen de las altas esferas del poder. El texto, de alguna manera, también responde a esto: a una guerra que intenta atacarnos frente a estas formas de violencia verbal e incluso física, a los crímenes de odio y a la cantidad de femicidios ocurridos en el último año. Creo que hay algo que, si bien no es central ni el eje claro del texto, nuestro discurso ha puesto más énfasis allí porque me parece que hace un eco más cercano a nuestra realidad. Guerra, cerca, no tenemos, más allá de que uno tiene conciencia de ser un ser global y de lo que pasa en el mundo. Pero me parece que, para el público argentino o de la Ciudad de Buenos Aires, más allá de los efectos que la historia pueda tener para cualquier lector o espectador que la conozca, lo importante desde el punto de vista político es este grado de resistencia que plantea el texto: un lugar de batalla y de militancia de los raros.

Alberto Conejero


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