
Por Javiera Miranda Riquelme
@javieramirandariq
El Centro Cultural Recoleta ha inaugurado la muestra colectiva “¿Cuánto pesa pesa el amor?”, que reúne obras de más de 60 artistas nacionales e internacionales desplegadas en los 1500 metros cuadrados de la sala Cronopios. La muestra incluye obras visuales, plásticas, fotográficas y audiovisuales, entre otras.
Con el ojo clínico del curador de arte contemporáneo Daniel Fischer, la muestra interroga al público sobre la paleta de colores posibles sobre eso que llamamos amor. Y la paleta es amplia porque lejos de querer darnos una respuesta esencialista, Fischer ofrece destellos y simulacros posibles del amor que van desde la pasión arrasadora hasta las ruinas de la soledad.
“El amor no tiene que doler”, le dijo su hija Yuliana de siete años a Fischer al ver “Mar de lágrimas” de Pablo Suárez, y la sentencia de la niña no dejó de dar vueltas en la cabeza del curador. ¿En qué pensó Fischer? Pensó en los caramelos de Félix González quién montó una pila de dulces con un peso exacto que, se piensa, representaba el peso de un hombre y la hipótesis de que el público al robar un caramelo se esté llevando una parte del cuerpo de ese hombre que fue amado.
“Nietzsche dice que el amor nos hace humanos, demasiado humanos, y que el amor no parece ser como dice mi niña, sino que por amor podemos sufrir, y mucho, pero tenemos que atravesar ese sufrimiento al menos una vez en la vida porque te conecta con los otros”.
“¿De qué hablamos cuando hablamos de amor?” se pregunta Raymond Carver en su colección de cuentos de 1981. Y Fischer entonces repara: “A veces pensamos en lo deseable del amor, pero el amor como es una dimensión humana también viene con dolor, con renuncias, y con cualidades que no son siempre lo que uno desea, y estos artistas (de la muestra) abren esa pregunta sobre cuánto pesa el amor”.
A partir de ello Fischer comenzó a tomar algunos núcleos conceptuales que rondan el amor y que son guía organizadores de esta curaduría: vida, muerte y espiritualidad.
El recorrido en la sala Cronopios lo encabezan los enormes urnarios de cristal de Claudia del Río y Charly Herrera, piezas producidas en conjunto con trabajadores de la Cristalería San Carlos de la provincia de Santa Fé, la que exportó el oficio del soplado y tallado de cristal a principios del siglo pasado. ¿Qué amor cabe en estos urnarios de cristal? Cereales o cenizas, alimentos o huesos. Depende del amante y el amado.
En la muestra también se puede encontrar un peculiar amor maternal de la mano de Nicola Constantino, quien presenta una imagen en la que se la ve maternando a una criatura monstruosa. Hay amor doloroso como el de Pablo Suárez. Hay amor solitario, como las piezas de Débora Pierpaoli que remiten a costumbres de oriente donde casan a los muertos sin familia para que migren acompañados al otro mundo.
Hay amor narcisista, religioso, al territorio, a la naturaleza, y por qué no, también está presente la violación del amor cuando aparece la perversidad. Esto último es el caso de la muestra de Claudia Casarino, quien desde las ausencia de los cuerpos de mujeres que reconstruyen varias piezas textiles interroga al público sobre la violencia de trata de personas y la explotación sexual.
En esta muestra Fischer selecciona obras de la talla de Berni y Ferrari para mostrar los claroscuros de eso que llamamos amor e interpelarnos sobre sus geometrías, texturas, dimensiones, sonidos, olores, transgresiones y necesidades.
La entrada al Centro Cultural Recoleta es gratuita, y la muestra colectiva se puede ver en la sala Cronopios de martes a viernes de 13:30 a 22:00 horas; y sábados, domingos y feriados de 11:15 a 22:00 horas en Junín 1930, CABA.