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Entrevista a Demián Rugna, director de Cuando acecha la maldad: “El terror elevando es el nombre que le dan los cineastas que tienen miedo de decir que hacen cine de terror” | Por Javiera Miranda Riquelme
Entrevista a Demián Rugna


Por Javiera Miranda
@javieramirandariq

Demián Rugna es un cineasta argentino de películas de terror y músico de la banda de heavy metal Pasco 637. Su película Cuando acecha la maldad, estrenada en el 2023, ganó recientemente en la primera edición de los Premios Martín Fierro de Cine en las categorías de Mejor dirección de arte, Mejor sonido, Mejor fotografía y Mejor diseño de vestuario. También fue premiada en las categorías de Mejor película y Mejor dirección en los Premios Sur; el premio de la Crítica y del Público en el Festival internacional de cine fantástico de Gerardmer; y se impuso como Mejor película en el Festival Internacional de Cine de Cataluña.

Replicantes Revista entrevistó a Demián Rugna sobre sus procesos creativos en Cuando acecha la maldad, su obsesión por el terror y los diálogos posibles entre terror y Heavy metal.

–¿Qué imágenes pictóricas, sonoras, sociales, si se quiere, las creadoras del motor que dio lugar a la iniciativa de llevar adelante cuando se echa la maldad?

–No sé si haya una obra que me ha inspirado en esta película a nivel pictórico, creo que tampoco a nivel literario. Si bien hay montones de influencias como haber leído desde muy chico a Horacio Quiroga. Creo que lo que más me acercó a la escritura de este tipo de historia es lo que yo observaba durante muchísimos años en relación a la alienación que hacen los medios de comunicación para con la gente. Mi idea era intentar ver cómo sublimar eso y hacer una película de carácter más de denuncia o de carácter más comprometido a nivel social. Pero ese guion que yo tenía en la cabeza se fue transformando y se hizo una película de terror, y dejó atrás todo lo estrictamente panfletario, pero de alguna forma captó la esencia de la idea original.

Si me tengo que remitir a una imagen, hay una imagen que sí se estableció en la película que es la del embichado en una casilla muy pobre en el medio de la nada. Yo esa imagen sí la veía en documentales que hablaban sobre la fumigación y los pueblos fumigados en el interior del país y cómo esas familias en medio de la pobreza sufrían. Un poco la aparición de este personaje, el embichado, era motivado por esa imagen, motivado por esa familia en la cual estaba condenada a vivir con esa enfermedad sin que nadie le importe

–¿Cuáles son tus procedimientos para trabajar el terror?

–Es mucho más difícil definir el estilo mío que crearlo. Mi creación parte del instinto de cuando escribo. Lo que yo sí intento es sorprender porque considero una película de terror tiene que sorprender para asustar. Intento que desde el guión ya parta con una premisa de cierto grado de originalidad y entendiendo y aceptando de que es imposible hacer una película cien por ciento original si pensás en llegar a la audiencia, que es lo que yo quiero. Después cuando lo llevo a cabo, lo único que hago es remitirme al guión, intentar respetarme lo máximo posible. Yo creo que gran parte de la energía mía mientras dirijo es intentar hacer que ese guión no sufra. Y me la paso peleando con todo el mundo, con los productores, para lograr llevar a cabo lo que pensé. Y después, bueno, asustar cuando no lo espera la audiencia, o buscar otra vuelta de tuerca y no caer en los clichés ni en el estereotipo de los personajes. Eso es un poco mi estilo. Pero me cuesta definir una fórmula simplemente porque intento no tener una fórmula.

–¿Tu concepción del susto tiene que ver entonces un poco con lo social?

–Como realizador argentino que filma acá no puedo escapar de lo que lateralmente vivo, lo que lateralmente me toca y vivo dentro de esta sociedad y dentro de un barrio. Tengo contacto con la realidad fuera de mi casa, digamos. Lo que yo intento y lo que intenté siempre fue una propuesta contracultural. Cuando yo arranqué junto con muchos realizadores decidí ir en contra de la corriente. Hacer este tipo de películas en principios de los años 2000, donde no existía público y no existía nadie que le interese este tipo de películas argentinas era ir contra la corriente. Para mí era un gran desafío y una propuesta rebelde ante lo que se establecía como cine argentino. Si pudiese tomarlo como una denuncia social, mi postura como argentino es tratar de reivindicar que podemos hacer este cine. Después mis personajes no intentan ser edulcorados. Son tipos de barrio y respetan la idiosincrasia nuestra y por supuesto que hay temáticas sociopolíticas que me interesan muchísimo. Y no sé si esas temáticas son y serán parte de mi obra, pero que ellas me influyan a mí es seguro.

–El terror ha ganado terreno en varios campos, en la literatura por ejemplo con Mariana Enriquez. ¿Cuál es tu posición en este debate que surge de la crítica que trata de armar un parteaguas entre el llamado terror elevado y el terror clase B? 

–El terror elevando es el nombre que le dan los cineastas que tienen miedo de decir que hacen cine de terror. Por supuesto que para mí el terror se diferencia no tanto en lo elevado o no, sino en el que es mainstream y el que no es tan mainstream. Para mí va por ese lado. Porque terror elevado yo considero que siempre hubo. Siempre hubo directores, artistas, autores que le interesa mostrar su visión de autor. No creo que sea algo de ahora. Me parece que en los setenta ya había mucho cine de autor de terror. Polanski. El terror elevado es una nueva definición para diferenciar entre el pochoclero y el que no es pochoclero dentro de un género que es pochoclero y que tiene muchísimos fanáticos. El terror elevado en realidad es un cine más de autor que logró distribución. O sea que consiguió ser distribuido por grandes estudios.

–Tienes una banda musical de heavy metal. ¿Cuáles son los vínculos posibles entre el terror y el heavy metal?

–A nivel artístico y a nivel personal históricamente el género de metal así como el terror han sido vinculados muchísimo por las características que han adquirido. Cuando empezó el heavy metal empezó con Black Sabbath en los setenta. Y Black Sabbath se nutría de simbologías satanistas y vinculadas con el terror. Y esa es la impronta de la búsqueda de lo oscuro, de la figura del miedo. Pero también el heavy metal es y fue, al igual que el terror, muy de nicho también. Y las vinculaciones son totales en sus temáticas y en su estética, aunque no así en sus mensajes en diferentes partes del mundo.Vos escuchás las letras de Iron Maiden o de Black Sabbath y no tienen que ver con las letras de Hermética o de Almafuerte. Yo soy un cineasta que empezó a hacer música y me vinculé con el metal en los noventa y absorbí todo ese neoliberalismo y posneoliberalismo y la crítica social contra él. Veníamos del advenimiento de la democracia, veníamos de una dictadura militar, entonces había una denuncia y había una rebeldía en el rock. Esa rebeldía en el rock se manifestaba en todo el rock sobre todo para ir en contra del sistema. Y el cine de terror, por sus temáticas y por su audacia y por no querer caer bien, creo que se termina vinculando muchísimo al rock en lo directo. Creo que el heavy metal y el cine de terror comparten muchísimos rincones . No solamente su estética, sino que es también una impronta de ir un poquitito más allá. No necesariamente hacer algo comercial o algo que le tenga que gustar a todos. A mí me pasaba. Yo ponía heavy metal en mi casa y no les gustaba a todos. Yo alquilaba películas de terror en los noventa y no las miraba nadie. Entonces había algo ahí que unía eso de querer estar en el borde.

–¿Cómo es tu proceso creativo durante la escritura?

–Asocio libremente. Asocio libremente y se va construyendo mientras escribo.

–¿Y eso cómo se lleva con la industria del cine?

–Mal, malísimamente mal. Hoy estoy con un compañero vendiéndole a un estudio una idea para que nos paguen para escribir, pero el estudio quiere que se la redacte toda y yo redacto la idea y no me gusta nada. Entonces estoy vendiéndole algo que no me gusta, porque mi proceso es sentarme a escribir.

–¿Cómo vives estos tres momentos de la escritura, el rodaje y la postproducción? ¿Hay uno que lo disfrutes más?

–La postproducción es la que más disfruto porque ya ha pasado la pesadilla. Sobre todo cuando no pesa sobre mí la postproducción. Yo he tenido películas que han pesado todas sobre mí, donde yo he tenido que hacer los efectos, la música, la edición y muchísimas cosas más y eso ha sido un sufrimiento total, de todo el proceso. Hay un proceso muy complejo también que nadie tiene en cuenta que es la preproducción y a veces la preproducción sufrís más que en el rodaje. Yo soy de sufrir mucho porque soy muy de militar lo que estoy buscando y pelearme para que salga como yo quiero, pero tiene que ver con mi neurosis. Yo soy muy neurótico en ese sentido. Si no es como yo quiero me empiezo a perseguir, me empiezo a volver loco y a volver loco a todos. Entonces tengo un neurómetro que siempre está ahí marcándome que estoy al borde. No disfruto tanto el rodaje porque no todos los días el rodaje es como yo quiero que sea. Pero cuando hay un día de rodaje que sale todo redondo, como yo pensé, eso es lo mejor que me puede pasar y estoy feliz. Pero dura poco porque al otro día tenés que estar de nuevo en la rosca y todo se cae, al otro día se pudre todo todo el tiempo.

La escritura me gusta, pero yo no la tomo como una unidad porque me parece que es el primer paso para llegar a dirigir. Entonces la ansiedad a veces me mata. Termino de escribir y quiero ya empezar a rodarlo y capaz faltan años para rodar.

–¿Qué cineastas recomendarías de terror hoy?

–Me gustaría recomendar un par para que la gente le ponga al ojo, como Pablo Paredes, Gonzalo Calzada, Fabián Forte, Andrés Borghi. Creo que son cineastas que han dado y van a dar muchas y muy buenas películas.



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