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Entrevista a Juan Dasso, autor y director de El hombre de acero | Por Javiera Miranda Riquelme
Teatro El hombre de acero


Texto y dirección: Juan Dasso. Intérpretes: Marcos Montes. Diseño de iluminación: Ricardo Sica. Escenografía y vestuario: Cecilia Zuvialde. Asistencia de dirección: Ana Schimelman.Teatro: Centro Cultural Borges. Funciones: Viernes 22:30 horas. Duración: 50 minutos.

Por Javiera Miranda Riquelme
@javieramirandariq

Se puede registrar desde las sociedades primitivas ciertos rituales de iniciación que celebran la sexualidad y la adultez masculina. Una suerte de entrada a un nuevo estatus social a través del campo de lo simbólico. En las sociedades modernas estos rituales toman otras formas y entusiasman especialmente a los padres de esos varones que se inicia en su masculinidad: desde obtener una licencia de conducir hasta el debut sexual. ¿Pero qué ocurre con las expectativas de esos padres cuando ese campo simbólico está anulado?

El hombre de acero, el unipersonal escrito y dirigido por Juan Dasso, es una obra inquietante y conmovedora que bucea sobre las expectativas y frustraciones del padre de Neo, un adolescente con autismo severo. El protagonista –interpretado por un Marcos Montes contenido y lleno de sutilezas interpretativas que van filtrando poco a poco sus tensiones emocionales–, sueña con que alguna vez su hijo pueda posar la mirada sobre él y lo reconozca como un otro. 

De manera inesperada, Neo reconocerá por primera vez a un otro: Dionel, un compañero de su centro terapeútico que también tiene autismo y aparece como una opción desesperada para colaborar con El hombre de acero durante las descompensaciones de Neo. ¿Pero cómo es que puede colaborar un chico que tampoco fija la mirada sobre el rostro ni responde ante ninguna exhortación? El tacto, el cuerpo.

Entrevistamos al dramaturgo y director Juan Dasso sobre el proceso creativo de El hombre de acero, la propuesta de un monólogo con interlocutor bloqueado y los desafíos de la puesta en escena.

Javiera Miranda: ¿Cómo surgió el texto?

Juan Dasso: En el momento en que escribí la obra, en el año 2016, se juntaron dos factores. Uno que tuvo que ver con la experimentación formal en mi búsqueda de escritura teatral. Había probado con esto que habla Marcos Montes al inicio de la obra de la experimentación en torno a la voz monologal. Me acordaba del esquema clásico de comunicación donde hay un emisor y un receptor. Y en la lógica de ese sistema si se anula al receptor y el emisor emite, emite y emite y produce una chorrera de texto que es de alguna forma un monólogo si se le imprimen los valores dramáticos que sean necesarios. El hombre de acero es un proceso constructivo por el fenómeno del interlocutor bloqueado.

JM: ¿Y cómo continuó esa idea?

JD: Yo estaba con esto y venía trabajando en dramaturgia con una voz muy racional, cercana también a como hablo yo, que no soy ningún intelectual ni nada, pero me gusta expresarme con un fanatismo por el detalle, al menos en los temas que a mí me gustan (…) En cierto momento se me apareció un input de Harold Pinter, de la obra Un leve dolor, donde hay un un hombre y una mujer dueños de casa, y el dueño de casa está perturbado con un tercer hombre que está afuera en el jardín al que entra y sienta en la mesa y empieza a preguntarle qué quiere, y el hombre no responde y el dueño de casa empieza a producir un texto que refleja sus contradicciones en una producción verbal nerviosa.

Entrevista a Juan Dasso

JM: Es el nerviosismo de El hombre de acero…

JD: En el hombre de acero, que al personaje le esté pasando algo profundo como tener un hijo autista y que eso que le está pasando a su vez esté dentro una celda en un lenguaje muy racional, es una idea que me seducía y me sigue seduciendo. Me parece un tema interesante, que un padre no tenga ese feedback con su hijo.

JM: ¿Cómo fue que llegaste a incluir el tema del autismo?

JD: Yo trabajaba en esa época en un centro educativo terapéutico como tallerista de teatro donde habían varios chicos, algunos de ellos con autismo, y era un espacio estimulante que no dejaba de darme imágenes. Así fue como se me fue ocurriendo toda una historia al respecto. Fue una obra que fluyó.

JM: Marcos Montes da una gran interpretación ¿Cómo fue la elección de actor?

JD: Cuando la escribí no tenía el plan de montar la obra inmediatamente, y después vino la pandemia. Y cuando la obra gana el Premio Germán Rozenmacher de Nueva Dramaturgia surgieron las ganas de hacerlo. Y tuve la suerte de estar hablando un día con Gonzalo Demaria, un dramaturgo que yo admiro mucho, y le contaba que estaba en este proceso, y él me dijo “¿No pensaste en Marcos Montes? Marcos es como un caballero del siglo XIX pero de ahora”. Y ahí pensé en escribirle y Marcos fue la persona perfecta. No solo porque es un excelente actor, sino porque además de que él puede hacer cualquier cosa, tiene un rasgo en su modo de ser que se unían al personaje muy bien. En la dirección no hubo que trabajar tanto, sólo trabajar que se retrasara eso de querer empatizar con el personaje para que este fuese más frío y calculador.

JM: Neo no va a poder iniciarse en la adolescencia y vaciar de goce su cuerpo por la vía que sugiere cultura ¿La angustia del hombre de acero dialogan con sus propios recuerdos de adolescencia?

JD: Es un núcleo dramático importante, ¿qué espera un padre? Y no hablo solamente de que el hijo estudie, tenga trabajo, se independice y sea feliz; sino sobre esperar que entre varones y entre los padres con sus hijos varones aparezcan ciertos rituales. Rituales que tranquilizan cuando aparecen y que si no aparecen son pequeñas tragedias. Las tribus tenían que mandar a los chicos a que vayan a cazar solos a un jabalí y traer el cadáver y celebrarlo. En la sociedad ya no es así, pero ese jabalí sigue tomando otras formas. En el autismo uno puede vivir estas cosas de otra manera y es lo que este personaje no descubre.

*El hombre de acero se puede ver de forma gratuita en el Centro Cultural Borges los miércoles y sábados de octubre.



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