teatro
La paciencia (fatídica sindical): Aquí no hay heroínas | Por Javiera Miranda Riquelme
Teatro La Paciencia


Por Javiera Miranda Riquelme
@javieramirandariq

Dramaturgia y dirección: Macarena García Lenzi. Actúan: Karina Elsztein, Valeria Giorcelli, Noelia Prieto- Diseño de vestuario: Laura Ohman. Diseño de escenografía: Duilio Della Pittima. Diseño sonoro: Santiago Zorrilla Realización de escenografía: Duilio Della Pittima Diseño De Iluminación: Julián Alerta Mujica. Fotografía: Vircha Rojas. Diseño gráfico: Martín Gorricho, Lautaro Parada. Asistencia de dirección: Laura Visconti. Funciones: Sábados 20 horas. Teatro: El camarín de las musas (Mario Bravo 960, CABA). Duración: 75 minutos.

Detrás del mesón de administración y algunos muebles de conservación de medicamentos, cuatro boxes con enfermos terminales emiten a ritmo constante sonidos provenientes de respiradores artificiales y monitores de signos vitales. Los cuatro enfermos son cuidados por Silvia (Valeria Giorcelli) y Ludmila (Noelia Prieto) quienes cumplen su jornada laboral como enfermeras en un estado de abandono y soledad bastante parecido al de sus pacientes. Mientras administran medicamentos, miran por televisión a su compañera y jefa de enfermería, Gloria (Karina Elsztein), quien encabeza una lucha sindical por derechos laborales. La Paciencia (fatídica sindical), obra de teatro escrita y dirigida por Macarena García Lenzi, impugna la idea extendida especialmente durante la pandemia de considerar al personal de salud más precarizado como héroes y heroínas.

La figura del héroe se construye en torno a la proeza o la hazaña siempre voluntarias, de ahí su altitud moral. Pero estas enfermeras no son heroínas. Ellas estudiaron, se formaron, cumplen jornadas extenuantes, evitan el sufrimiento de gente moribunda y sostienen sus hogares con este trabajo. Viven de lo que se formaron. Ellas no necesitan que les aplaudan a las nueve de la noche para reconocer su esfuerzo. Ellas necesitan que las reconozcan como profesionales de salud, que les aumenten el salario y que mejoren sus condiciones laborales.

En la clínica Honrar la vida (picardía de la autora), las enfermeras se muestran como lo que son: mujeres cansadas, a veces desesperadas, profesionales intachables sólo hasta donde la vorágine demencial de las jornadas laborales se lo permiten, porque claro, ellas tienen sus secretillos. Cada cuál sostiene una relación particular y polémica con los pacientes, con la administración de medicamentos y con los familiares de los enfermos. Relaciones que podrían costarle el trabajo, sí, pero que no podrían ser de otro modo tampoco.

La tensión de la obra está dada por sí sola. Las enfermeras se internan en un turno noche de desgracia. Mientras los médicos están descansando en sus casas, ellas lidian solas con los pacientes sin dar abasto y comienzan a tomar decisiones erráticas en medio de la permanente paranoia de que todos sus movimientos están siendo vigilados por las cámaras de seguridad.

Se trata de una obra oscura y la comicidad está dada por la manera en la que los personajes se mueven en esa oscuridad. La agonía y la muerte son eventos que impactan al espectador pero son manejados con naturalidad por las enfermeras. La muerte de un paciente terminal es un formulario burocrático por completar. 

La Paciencia es una comedia negra en la que, aún cuando los personajes están condenados a ser siempre los mismos, es decir, comportarse tan erráticamente como precarizadas están, le presentan al espectador el costado miserable y patético del sistema de salud. Parece una ficción delirante, pero hay una sospecha de que ese delirio es lo que uno se encuentra realmente puertas adentro de este tipo de instituciones.

Se puede ver todos los sábados en El Camarín de las Musas (Mario Bravo 960, CABA).



COMPARTIR  

  CONTENIDO RELACIONADO