teatro
Late el corazón de un perro: Desencuentro del regreso a casa | Por Javiera Miranda Riquelme
Obra Late el corazón de un perro


Texto y dirección: Franco Verdoia. Intérpretes: Berenice Gandullo, Silvina Sabater, Gerardo Serre. Dirección de arte: Alejandro Goldstein. Vestuario: Cecilia Allassia. Música: Ian Shifres. Iluminación: Matías Sendón Teatro: Espacio Callejón, Humahuaca 3759. Función: Jueves de octubre, 20:30 horas Duración: 70 minutos.

Por Javiera Miranda Riquelme
@javieramirandariq

Un monolito de muebles viejos y otros cachivaches están plantados en medio del escenario ocupando de manera salvaje las ausencias de la vida de Mabel (Silvina Sabater). Ella ha atestado de manera enfermiza su casa con todo tipo de objetos propios y ajenos. Mabel se pierde, se confunde entre cosas rotas, viejas, usadas y basura.

Los vecinos se quejan de las plagas que la casa atrae y el olor que expele. El inmueble está deteriorado y el municipio ha dispuesto llevar adelante una orden de desalojo por peligro de derrumbe. En medio de esta crisis llega Ana (Berenice Gandullo), hija de Mabel. Ana no ha visto a su madre desde hace varios años y ha rearmado una vida muy distinta a la de los habitantes de su pueblo: es azafata, ha recorrido todo el mundo, y su uniforme impoluto contrasta con la apariencia sombría de Mabel y la casa. Su arribo al pueblo obedece únicamente a la situación extrema en la que se encuentra Mabel, y desde el primer momento en que regresa al pueblo su estadía le resulta insoportable.

Late el corazón de un perro, escrita y dirigida por el dramaturgo y director teatral Franco Verdoia, es una obra que indaga sobre las relaciones familiares, los dolores no resueltos del pasado, y el regreso a ese lugar en el que crecimos y cuyos rechazos y fracasos nos definieron. 

Silvina Sabater y Berenice Gandullo construyen una gran tensión dramática sobre escena. Una tensión que duele pero que con el curso de la obra logramos aceptar. Silvina Sabater domina la escena desde un sillón maltrecho como si fuese el trono de ese reinado de basura y cachivaches. Desde ahí y con un tono cínico respecto de su suerte, se pinta los labios o da indicaciones de dónde está tal o cuál cosa de la casa a la vez que transmite una sensación de estancamiento, encierro y opresión. Silvina Sabater ha recibido recientemente el premio a la trayectoria en los Premios Trinidad Guevara.

Por su parte, Berenice Gandullo domina el escenario con el movimiento, avanzando por la casa con postura erguida pero desesperada, como quien ya no reconoce nada y sólo desea volver a despegar. Conforme avanza la trama, Gandullo despliega una interpretación sumamente sensible y se va encorvando para mostrar a una Ana dolida, resentida y abatida. Tiene sus razones.

A este ritual de encuentro físico y desencuentro emocional se va a sumar el personaje de Gerardo Serre, un bombero que se dispone a colaborar con Ana para convencer a Mabel de que limpie la casa y la abandone. Aunque la presencia de él en principio será incómoda para Ana, puesto que tuvieron un romance juvenil que él se niega a olvidar, se transforma en un personaje que viene a amortiguar los estados de irritación de Mabel y Ana.

“¿Hasta cuándo el cuarto de una hija que no está tiene que ser el cuarto de esa hija que no está?”, dice Mabel. Las querellas vienen de ambas partes. Desde las butacas descubrimos que Mabel también tiene un pasado que contar. Ella también tuvo que abandonar cosas para transformarse en otra, como hace ahora Ana.

En Late el corazón de un perro Franco Verdoia consigue exponer el corazón y los motivos que tienen cada personaje para sentir y decidir sobre sus vidas actuales. Verdoia no busca héroes ni villanos. Por el contrario, deja que sus personajes expongan libremente las razones de sus devociones y miserias jugando permanentemente con la ambivalencia de los signos que van construyendo visual y discursivamente.



COMPARTIR  

  CONTENIDO RELACIONADO