danza
Lisi Estarás: «Los míos son materiales que los bailarines tienen que salir a defender» | Por Javiera Miranda Riquelme


03/09/2025

La coreógrafa argentina vuelve a Buenos Aires y presenta junto al Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín su obra Pasos en la noche (2050)

Por Javiera Miranda Riquelme
@javieramirandariq

En Pasos en la noche (2050), que estrenará con el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín en el Teatro Coliseo, Estarás se adentra en un futuro distópico atravesado por el tango. La obra se apoya en la música del bandoneonista Eduardo Rovira, figura clave y poco reconocida del género, cuyo centenario se celebra este año. Desde esa sonoridad intensa y experimental, la coreógrafa imagina un espacio en el que la distopía no es pura catástrofe, sino también un terreno fértil para inventar comunidad, celebrar la resistencia y abrir múltiples lecturas en la mirada del espectador.

Cordobesa de nacimiento y radicada desde hace décadas en Bélgica, Lisi Estarás es una de las coreógrafas argentinas con mayor proyección internacional. Su recorrido la llevó de la compañía Batsheva en Jerusalén, y más tarde a fundar Monkey Mind, un proyecto con el que trabaja con bailarines de distintas capacidades, expandiendo los límites de lo que la danza contemporánea puede ser. Su estilo, marcado por la ambigüedad, la intensidad emocional y el cruce entre cuerpo, palabra y vida cotidiana, rehúye de la ornamentación para sumergirse en lo abrupto y lo caótico como fuente creativa.

Escena de Pasos en la noche (2050).

¿Por qué imaginaste un futuro distópico para esta obra?

–Porque estuve escuchando muchos podcasts y me gusta mucho la filosofía. Me preguntaba por qué ahora está de moda el futuro distópico. Por supuesto, están las guerras, el cambio climático, el quiebre de la economía y el derrumbe de los grandes imperios. A mí me divierte la idea de imaginar cosas, vivirlas y después destruirlas. Esta obra es eso. Comienza como algo de ciencia ficción. Y me gusta la combinación entre ciencia ficción y Rovira. Él empezó con esta cosa futurista en su música. Es algo parecido a cómo los griegos iban al teatro para vivir esas emociones exacerbadas y luego no cometerlas en su vida privada.

¿Qué signos de Rovira tomaste?

–Yo descubrí su música hace unos cinco años, más o menos, de la mano de Sonico, el conjunto liderado por Ariel Eberstein, en Bélgica. Él me acercó esa música porque vio una obra mía y le hizo acordar a Rovira, lo que es un honor para mí. Yo estaba buscando una música que me representara a nivel emocional, pero también que fuera un desafío, como es para mí Stravinsky. De Rovira me interesaron sus cambios de emociones y que es abrupto y caprichoso. Hay una composición suya que se llama La Depre, que es extensa, muy emocional, muy trágica, y que tiene una construcción simple, como hacía Bach. Son acordes simples pero te hacen ver el universo. Rovira también se inspira en otras cosas: en el jazz, en la música clásica, y luego en la electrónica. Sentí que esa música me representaba. Hay algo de ese exceso y ese expresionismo que yo también uso. Esta es mi tercera obra con su música, pero ahora tiene otro peso porque va a ser en Argentina.

Lisi Estarás en ensayo con el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín / Ph: Gustavo Gavotti.

¿Te interpela también su vida?

–Sí. Su historia de vida me interpeló. Fue una persona que se dedicó completamente a su arte y no le importó la fama. Dejó de lado muchas cosas. No creo que fuera alguien que estaría en Instagram (risas) porque tenía un perfil bajo. Me dan ganas de revivir su música y decirle a los demás: “Che, ¿escucharon a Rovira? ¿No lo conocen?”. Debería ser alguien muy conocido.

¿Con qué otras poéticas, tradiciones o artistas dialogan tus obras?

–La literatura siempre ha sido un resguardo y siempre ha interpelado lo que hago. La ficción es algo que me cuestiona. Pero también lo mío tiene que ver mucho con la calle. Me gusta estar en la calle y no me gustan las formalidades. Ni en el ensayo ni en la obra. El arte tiene que dialogar con el día a día, con la calle, con lo cotidiano, con lo que la gente se pregunta. En esta obra hay preguntas existenciales que se proyectan al espectador, pero también hacia cada uno de los que están en escena. La idea de comunidad me inspira. Yo soy alguien que puede recibir mucho input del exterior. No necesito concentrarme ni estar en silencio para crear. Luego hay otras cosas que me inspiran como el cine argentino. Amo el cine argentino, amo el teatro argentino. Me gusta mucho lo que sucede en Argentina.

Escena de Pasos en la noche (2050).

¿Cómo fue la transmisión de hacia el ballet respecto de cómo habías pensado la poética de la obra?

–En los últimos cinco o seis años empecé a trabajar con textos dichos en off o proyectados. Yo creo que la danza necesita ser explicada, también debe crear una tensión entre la palabra y el cuerpo. Esa tensión es algo que yo investigo. Entonces hice un script antes de llegar: una dramaturgia bastante cerrada y materiales muy específicos que tienen que ver con la música de Rovira. Pero también transmito que siempre hay lugar para la creatividad y para el cuestionamiento. Los míos son materiales que los bailarines tienen que salir a defender, es decir, tienen que estar convencidos de lo que hacen. Tal vez no sepan explicar la obra en palabras, pero sí tienen que estar convencidos en el escenario para defender estos materiales que no son fáciles.

–¿En qué sentido no son fáciles?

–Son materiales que necesitan convicción porque son ambiguos. A mí me gusta la ambigüedad. Quiero decir esto: si una persona dice “este es el fin del mundo” y otra dice “es el inicio del mundo”, ambas cosas están bien. En esta obra pasan muchas cosas simultáneamente y el espectador tiene la posibilidad de elegir. Como espectadora también me gusta elegir lo que quiero mirar.

Lisi Estarás en ensayo con el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín / Ph: Gustavo Gavotti.

¿Qué desafíos supuso la obra?

–Desde ya, la música de Rovira es un desafío enorme. No solo entenderla técnicamente, sino también emocionalmente y luego imaginar qué quiso decir. Por otro lado trabajar con bailarines de esta capacidad técnica también es un desafío. Es un nivel que no se encuentra en todos lados. Eso amplia las posibilidades. Son bailarines exquisitos técnicamente y, al mismo tiempo, muy abiertos a lanzarse a la aventura.

–¿Qué lugar tienen para ti la danza y las artes escénicas argentinas en la producción mundial?

–Muchas obras argentinas independientes circulan por el mundo. El teatro argentino tiene un muy buen nombre a nivel mundial. Pero la danza no llega tanto. La danza siempre quedó un poco atrás. Incluso en Europa pasa lo mismo: en los grandes teatros está primero la ópera, luego el teatro, y más atrás la danza y la performance. La danza es como el hermano tonto de la familia, siempre pidiendo permiso. También esto porque la danza contemporánea en Argentina, como en muchos otros lugares, se europeizó en lugar de construirse como un signo propiamente argentino. En cambio, el teatro tiene una firma muy argentina en su quehacer. El problema es que acá la danza está mucho más precarizada que en Europa. Pero, obviamente, una obra argentina como Pasos en la noche (2050) podría circular en cualquier teatro europeo. Podría estar en un gran teatro, en uno con mucho presupuesto (risas). El nivel del teatro y la danza en Argentina no tiene nada que envidiarle a Europa, con excepción de la plata.

Escena de Pasos en la noche (2050).
Puedes ver Pasos en la noche (2050) los días 3, 4, 5, 6, 7 11, y 12 de septiembre a las 20 horas en el Teatro Coliseo (Marcelo T. de Alvear 1125, CABA). Entradas acá.


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