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Mirar y contar colúmbidas: añoranzas urbanas en clave garage | Por Javiera Miranda Riquelme
Teatro Mirar y contar colúmbidas


Dramaturgia: Gonzalo Bourren, Daira Agustina Escalera, Mer Sevares. Dirección: Gonzalo Bourren, Daira Agustina Escalera, Mer Sevares. Actúan: Gonzalo Bourren, Daira Agustina Escalera, Gonzalo Peluso, Mer Sevares. Diseño de luces: Franco Vega Valiente. Canciones: Daira Agustina Escalera, Gonzalo Peluso, Mer Sevares. Arte: Juana Carranza Diseño gráfico: Cata Sábat. Asistencia de dirección: Miranda Gilmour. Producción: Grupo Dientes, Irina Matozza. Supervisión dramatúrgica: Ignacio Bartolone.

Por Javiera Miranda Riquelme
@javieramirandariq

Luego de que un huracán arrasara con la Ciudad de Buenos Aires, la organización Plazas Públicas S.A. se propone reestablecer las características infraestructurales y de habitabilidad de las plazas públicas porteñas. Para ello ha formado brigadas que se ocupan de garantizar el reestablecimiento de estatuas, faroles, banquitos y varios elementos urbanos que resultan hilarantes.


En Mirar y contar colúmbidas, obra teatral de Grupo Dientes, asistimos quizá a la brigada más peculiar de esta empresa ficcional: la brigada de colúmbidas, encargada de la reinserción de palomas. Brigada peculiar porque pone en tensión a una especie de la fauna urbana que está presente, como plaga, en el inconsciente colectivo de los espectadores.


La obra se vale de esta tensión para transmitir su hipótesis central: no sólo los paisajes naturales perdidos evocan añoranzas, sino que también sucede con los paisajes urbanos.


La puesta en escena nos sitúa en la oficina de la Brigada Colúmbidas. Pablo (Gonzalo Bourren), Natalia ( Daira Escalera) y Beatriz (Mer Sevares) deben garantizar la recuperación de un grupo de palomas que sobrevivió a la catástrofe. Y la dificultad mayor: también deben garantizar la reproducción de esta especie en la Ciudad de Buenos Aires dado que sólo ha sobrevivido un solo ejemplar macho al que llamaron Ricardito.


Los intérpretes logran transmitir los roces de las relaciones laborales y personales de la brigada, pero también el compromiso y la ternura con los que estos brigadistas precarizados se empeñan en la tarea de cuidar y reinsertar a esta especie. El texto presenta muy bien a los personajes, quienes aún en su trabajo colectivo poseen convicciones propias respecto de cómo llevar adelante los objetivos de la brigada. Daira Escalera interpreta a una brigadista emocionalmente comprometida con el bienestar del palomo y que, debido a su angustia, termina por filtrar a través del conflicto laboral algunos conflictos personales latentes con Pablo, su jefe. Por su parte, la interpretación de Mer Sevares logra una ambivalencia notable, puesto que su personaje puede llegar a ser tan duro y obsesivo como también sensible y contenedor. El actor Gonzalo Peluso se incorpora a esta puesta en escena desde un personaje que aparece y desaparece desde una ficcionalidad sorpresiva.

La oficina de los brigadistas construyen una estética garage al mismo tiempo que el texto es sumamente elocuente respecto del paisaje general de la Ciudad de Buenos Aires, por lo que el espectador podrá reconstruir esas imágenes porteñas post catástrofe.


La obra muestra la dimensión de la catástrofe no a través de un ángulo pretencioso o monumental, sino que mostrando cómo esta catástrofe ha golpeado hasta el aspecto más cotidiano, simple e insospechado de la vida porteña.


Mirar y contar colúmbidas evoca cierta nostalgia al mismo tiempo que construye escenas graciosas.



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