danza
“Obrera”: la danza de una clase | Por Camila Pérez


Por Camila Florencia Pérez
@eclecticismo_

Idea, dirección y vestuario: Laura Kahan. Coreografía e interpretación: Ana Pellegrini, Agustina Paez, Christian Sibille y Laura Kahan. Asistencia coreográfica: Julián Ferrari y Paula Caldirola. Fotografía y asistencia técnica: Javier Murphy Figueroa. Video: Carolina Machado. Arreglos musicales: Francisco Cossavella e Iván Caplan. Espacio: Sala Batato Barea del Centro Cultural Rojas (Av Corrientes 2038, CABA). Funciones: Jueves de octubre, 20 horas. Entradas acá.

En Obrera, de Laura Kahan, nos sumergimos en la reproducción sistemática e incesante de una fábrica. Durante cuarenta minutos, cuatro bailarines nos llevan en un recorrido por los componentes y momentos del trabajo, de manera tal que dejan ver cómo la repetición de movimientos en el proceso de ensamblaje vuelve a las obreras una máquina más del mobiliario y, al mejor estilo de Tiempos Modernos, un mero engranaje en la cadena de montaje. 

En esta instancia, tal vez lo más interesante de la propuesta radica en que nos muestra únicamente por medio de movimientos corporales la vivencia del trabajo capitalista, deteniéndose en su significado: el movimiento maquínico del trabajador provoca que éste se vuelva uno con los objetos de la fábrica, mientras que avanza cada vez más la ausencia de mirada y registro de los otros. Sin cruzar palabras, narrativas o fragmentos teóricos, en Obrera se desliza permanentemente aquel arcaico y contemporáneo señalamiento marxista: el trabajo no es un medio para la satisfacción de necesidades y placeres espirituales propios sino el medio para la satisfacción de necesidades ajenas 1 y, en tanto tal, constituye una enajenación signada por la imposibilidad de reconocer(se) como parte de él. 

Pero luego de adentrarnos en ese mundo, aparece un quiebre. Luego de sumergirnos hasta el extremo en una danza en que la frontera entre los cuerpos, las sillas, las tablas y las cajas había pasado a ser inexistente, aparecen dos objetos nuevos en escena: una radio y un mate. Para ese entonces, la música ya se había apagado para dar lugar a la sintonización de una serie de discursos y apariciones mediáticas. Los bailarines, que antes se movían siguiendo el ritmo de los objetos, ahora bailan siguiendo el ritmo de una serie de intervenciones sindicales y sociales. El automatismo que aparecía anteriormente, no sólo comienza a disiparse, sino que a medida que alguna voz nueva aparece para exigir el cumplimiento de derechos, en contra de despidos o recortes presupuestarios en salud y educación, o a favor de reclamos como el aumento de las jubilaciones o la creación del Instituto Nacional de la Danza, cada cuerpo va recobrando su autonomía, o sea, su movilidad de manera independiente del proceso productivo y el objeto de producción. Más aún, es después de la reapropiación del cuerpo mencionada que aparece una nueva forma de movimiento, que deja la individualidad pero no para sumirse a las cosas sino para unirse en el movimiento grupal, en el que las trabajadoras no son ya herramientas de un objeto y los objetos no sólo pasan a ser herramientas del trabajo sino de una lucha colectiva. 

1 (cfr. Marx, K., & López Cámara, F. (2023). El trabajo enajenado. Revista Mexicana De Ciencias Políticas Y Sociales, 6(22), p. 609)

Obrera, ideada y dirigida por Laura Kahan, es parte del ciclo Conexiones Maestras de la Danza. La misma, puede verse durante los jueves de octubre a las 20hs en la Sala Batato Barea del Centro Cultural Rojas de la UBA (Corrientes 2038, CABA). Las localidades se adquieren online o el mismo día de la función.




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