teatro
Ojos látigo de Leticia Coronel  | Por Claudia Groesman


14/07/25

Un grupo de amigos revive su historia común tras la pérdida de uno de ellos, en una puesta que cruza cuerpo, memoria y territorio.

POR CLAUDIA GROESMAN
@claudiagroesman

Dramaturgia y dirección: Leticia Coronel. Actúan: Matías Coronel, Mathias Percat, Vicente Pérez, Julian Vila Graca. Vestuario: Uriel Cistaro. Diseño Audiovisual: Trinidad Falco. Diseño De Iluminación: Paula Fraga. Asistencia de dirección: Jennifer R. Hernández. Producción ejecutiva: Leticia Coronel, Manuel Fuster, Damiana Gamarra. Colaboración artística: Maira Annoni, Manuel Fuster, Damiana Gamarra. Diseño de coreografía: Vicente Pérez. Sala: Teatro El extranjero (Valentín Gómez 3378, CABA). Funciones: Domingos 20 y 28 de julio a las 18 horas. Duración: 70 minutos. Entradas: A partir de los $15.000 (AR) por Alternativa Teatral.

Ojos látigo es una obra sobre el dolor que atraviesa a un grupo  de amigos por la muerte de uno de ellos, pero también sobre el sentido de pertenencia alimentado desde la infancia. La obra transita la pérdida en su dimensión ética al  reivindicar la presencia del amigo con la que sellan su compromiso de mantener viva su memoria. Es importante señalar que si bien se menciona no se tematiza el motivo de la muerte, sino que se hace hincapié en el arraigo que hace de la contingencia del encuentro un sentido de comunión elegida.
El carácter territorial que profesa Ojos látigo se construye a partir del delicado pasaje de un código barrial a la escena, donde  la teatralidad no se busca en las marcas reconocibles sino en el sedimento de la imaginación poética de Leticia Coronel, directora y autora de la obra, que se nutre de su propia historia expandiéndola como quien decide dejarse llevar por su fuerza propulsora.


Vemos una foto proyectada de ellos cuando niños y un banco, en medio de una nada que rápidamente se puebla de voces y situaciones. Las acciones y desplazamientos señalizan el espacio mediante una apropiación que produce el anclaje de la escena. Los personajes reviven historias compartidas invocando en el relato al compañero ausente para seguir atravesando juntos la incertidumbre de lo que vendrá.
En su texto Habitar como un pájaro escribe Vinciane Despret: “Crear mundos más habitables sería entonces buscar cómo honrar las maneras de habitar, inventariar lo que los territorios implican y crean como maneras de ser, como maneras de hacer”1
En Ojos látigo los personajes componen un mundo que hace del habitar la invención de una forma de vida, y que le rinde tributo a una experiencia histórica acumulada cuya demarcación geográfica tiene nombres de calles, clubes, plazas y parques, escuelas y barrios que integran Ciudad Evita. Hay en Ojos látigo una estética sin pintoresquismos ni clichés, construida a partir de una perspectiva situada que integra algunas claves de la escena contemporánea como el despojo, la centralidad de los cuerpos, la expansión de la escena al espacio de los espectadores, para reinventar el lenguaje de lo popular. Se trata de un lenguaje político-afectivo que no se propone como denuncia ni llamado a la acción. Lo político se encuentra en el tratamiento de los elementos de la escena que produce un teatro táctil con el propósito de que los espectadores seamos tocados visceral y emocionalmente por la belleza. Contraria a la cercanía con la que se busca implicar,  incomodar o insubordinar mediante una tesis que evidencia una perspectiva culta de lo popular. En el teatro de Leticia Coronel la transformación es un trabajo del espectador sin ningún imperativo escénico.
Una reflexión particular merece la naturaleza coreográfica de la obra  (que también encontramos en su obra anterior Estoy acá sin fin) que consiste en una dramaturgia de los cuerpos, de su modo de moverse, de la manera en que transgreden los patrones de conducta social. El movimiento hace del goce expansivo un móvil tangible de la trama escénica, a veces festivo, otras desconsolado, pero siempre liberador de las fuerzas obstructivas.  La infiltración entre la danza y el lenguaje (que pasa del habla cotidiana al vuelo lírico a lo largo de la obra)  produce el sentido del ritmo en el que se cuece el hechizo poético de Ojos látigo.

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 1 Despret, V ( 2022) Habitar como un pájaro Buenos Aires, Cactus, p: 35-36



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