teatro
Patricio y Julieta (No es Romeo y Julieta): Amor verborrágico y sensualidad desbordada | Por Javiera Miranda Riquelme
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Texto y dirección: Toto Castiñeiras Intérpretes: Patricio Penna, Julieta Raponi. Vestuario: Toto Castiñeiras. Realización De Iluminación: Valeria Junquera. Operación técnica: Charo Cottier. Diseño De Iluminación: Toto Castiñeiras. Fotografía: Bernabé Rivarola. Asesoramiento de iluminación: Alejandro Le Roux. Asesoramiento de vestuario: Daniela Taiana. Asistencia técnica: Ián Martin. Asistencia de dirección: Ián Martin. Funciones: 4, 11 y 25 de noviembre, 20:30 horas. Lugar: Sala Cancha del Centro Cultural Rojas (Corrientes 2038, CABA).

Por Javiera Miranda Riquelme
@javieramirandariq

Dos cuerpos desbordan la sala Cancha del Centro Cultural Rojas. El clown, actor, dramaturgo y director teatral Toto Castiñeiras ha hecho un recorte de la clásica tragedia Romeo y Julieta de Shakespeare para ahondar en el romanticismo y erotismo de la juventud a través de la danza y la acrobacia. La tensión erótica de su obra Patricio y Julieta (No es Romeo y Julieta) se referencia en el Acto I escena V de la tragedia isabelina, donde ambos jóvenes se conocen. Los nombres de los intérpretes Patricio Penna y Julieta Raponi son sustraídos por las ficción. 

Patricio y Julieta asisten al cumpleaños de quince de Rosalina, ex novia de Patricio. En la fiesta el joven queda flechado al conocer a Julieta, una chica adolescente, atrevida y abortera. La historia configura un mundo realista, pero el dispositivo en el que se cuenta la trama es el de la danza y la acrobacia, una coreografía de una hora donde el desenfreno, el ardor y la sensualidad de los cuerpos se encuentran e interrogan y, en este sentido, efectivamente no es Romeo y Julieta.

Junto a una dramaturgia actual, coloquial y rítmica, el arco dramático se tensiona por el desborde del movimiento de los actores y se modula en focos y fondos a través de un juego de luces a cargo de los propios intérpretes. El diseño de iluminación se encarga de comunicar ternura y desenfreno, intimidad y fiesta. Y a las metáforas de las extremidades erectas, la repetición de movimientos como rituales de apareo, y los circuitos repetitivos del engolosinamiento del amor se le suma la resolución poética de las dificultades técnicas, como cuando Julieta le dice “aguantá, aguantá” a Patricio mientras él tiembla del esfuerzo que requiere sostenerla en el aire. Una suerte de honestidad artística respecto del artificio y la ficción.

El circuito teatral porteño ofrece tragedias isabelinas a destajo corriendo siempre el peligro de transformar éstas puestas en escena en objetos museológicos y parodias mal logradas en clave cómica. No es el caso de Patricio y Julieta. La obra de Castiñeiras no le teme al amor romántico, pero su dispositivo contemporáneo y su dramaturgia tan verborragia como juvenil se distancia de cualquier intento de adaptación renacentista. La obra planta un guiño lúdico a la obra shakespeareana donde los cuerpos sortean fiestas, balcones y ‘venenos’, pero sabe crear un conflicto propio y de este siglo.



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