letras
DRAMATURGIA | DICEN QUE NO HABLAN LAS PLANTAS | DE CAROLINA MAZZAFERRO


Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros,
Ni el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros,
Lo dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso,
De mí murmuran y exclaman:
  —Ahí va la loca soñando
Con la eterna primavera de la vida y de los campos,
Y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos,
Y ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado.

Rosalía de Castro

Un balcón. 

Bordeando la reja de hierro, un Cactus pequeño en una maceta de plástico. A su lado, una Santa Rita, un poco marchita, en una maceta de terracota. Y por último, un inmenso Jazmín del país que, cual enredadera, cubre la mitad de la pared de ladrillos que da a un departamento vacío.

Dentro, una luz se enciende. Se escuchan unos ruidos y la luz se vuelve a apagar. 

Jazmín del país:
¡Se fue! ¡Se fue y nos dejó!

Santa Rita:
¡La malvada ni miró!
Ni mirada dedicó.

Cactus:
Momento, desesperadas,
¿no ven lo que se olvidó?
Dejó haciendo unas tostadas,
¿o creen que enloqueció?
Tendría que volver pronto,
o todo se va a incendiar,
y no es que yo sea zonzo
pero ahora, elijo confiar.

Jazmín del país:
¡En llamas vamos a arder!
¡Pronto voy a enloquecer!

Santa Rita:
Si la tostada «olvidó»,
y a nosotras no miró…
¿Quizá quería quemarnos? 
¿Irse y tan pronto olvidarnos?

Cactus:
Lo del incendio, lo dudo.
No pensemos con el culo.
Más fríamente pensemos,
y quizá lo desculemos.

Jazmín del país:
¿Fríamente? ¡Si arderemos!

Santa Rita:
Poco tiempo disponemos,
antes que el fuego nos gane.
Unámonos y pensemos:
¿Qué hace nuestra dueña Chane?

Cactus:
¿Quizá se vaya a mudar?

Santa Rita:
No te quiero invalidar,
pero no la vi embalar.

Una nube de humo toma el departamento.

Cactus:
¿Quizá irse a vivir afuera?

Santa Rita:
No, no creo que se atreva.

Cactus:
¿Quizá renueve el ambiente?

Santa Rita:
Hipótesis deficiente.

Cactus:
¿Y si se va y vuelve al rato?

Santa Rita:
Antes, pienso asesinato.

Cactus y Santa Rita ríen. 

Jazmín del país continúa callada.

Cactus:
¿La imaginan suicidada?

Jazmín del país:
Eso me tiene asustada.
Pero en esa triste opción,
prefiero nunca pensar.
Que subió alto en un avión,
a la luna, a China o al mar,
aunque sea una ficción
eso prefiero pensar.
O sino a ustedes culpar
que no quisieron escuchar.
¡Era lo último el sillón!
¿Yo les dije o no les dije?
Nos olvida en el balcón,
sin que nadie nos cobije.

Cactus:
No seas exagerada,
seguro es una pavada.
Te vas a reír mañana
cuando estés allá, mudada.
Dirás «¡ay, qué exagerada!»
desde tu nueva ventana.

Jazmín del país:
Es que no nos va a llevar,
y todo se va a quemar.

Cactus:
No te pongás a llorar.

Jazmín del país:

¡Me da mucho miedo el fuego!

Cactus:
Llorar no, porfa, te ruego.

Jazmín del país:
¿Por qué todo regaló
y a nosotras nos dejó?

Cactus:
No regaló todo todo,
también dejó el inodoro.

Santa Rita:
Nada suman ya tus chistes,
sabemos no la quisiste.
Pero Chane, a su manera, 
te cuidaba con amor.

Cactus:
¿Con amor? Serás ramera,
me trataba con pavor.

Santa Rita:
Estamos en desacuerdo.
Pero de tema cambiemos:
¿Qué pasó? Recapitulemos.

Jazmín del país:
Un día, regaló todo.
Yo pensé que era un periodo:
se leyó a Marie Kondó,
y todo remodeló.
Pero otra cosa pasó.
Regaló el vestido verde,
que no sé si aún recuerden,
lloró cuando lo compró,
¿y sin más lo regaló?
Encima a su hija, la Clara,
de todas la más odiada.
Lo amado lo olvidaría,
y ahí me preocupé:
no tendríamos salida
y entonces lo recordé.
¿Los platos de porcelana?
Ya sin más los regaló.
¿Sus intentos de artesana?
Hace rato desechó.
¿La ropita de la hermana?
Sin recelo la voló.
¿La mesita escandinava?
Ni dudó que la tiró.
¿La colección lacaniana?
Hace poco la quemó.

Cactus:
¿Estás llevando una lista?
Ah, vos sos toda una artista

Jazmín del país:
Es que no puedo entender,
¿Se va? ¿Qué mierda va a hacer?

Santa Rita:
Así, matarnos de sed.

Cactus:
Ayer un rato llovió,
¿para nada te alcanzó?

Santa Rita:
No. Y con el humo del fuego,
ya casi que no te veo.

Jazmín del país:
Yo estoy sediento de amor.

Cactus:
Morirás de charlador.

Santa Rita:
Yo estoy muy que muy sedienta,
y eso muy bien no me sienta.

Jazmín del país:
Estás toda chamuscada.

Santa Rita:
Tengo las hojas quemadas.

Cactus:
¿Pueden dejar de llorar?
Si tenés los brotes verdes,
vos no la vas a quedar.

Santa Rita:
Mirá, no es que no concuerde
pero basta de negar.

Cactus:
¡Yo no estoy negando nada!
Vos sos la que está zarpada.

Jazmín del país:
No peleen por favor,
es re mil agotador.

Cactus:
¿Ven el humo que hay adentro?
Soy yo con sus lamentos.
Son dos bobas asustadas:
tranquilas, no pasa nada.

La luz del departamento se enciende. 

Cactus susurrando:
¿Yo les dije o no les dije,
que la forra iba a volver?
Que en nosotras ya se fije,
sino me va a conocer.

Jazmín del país susurrando:
Porfa, no hablés así de ella,
que me duele su rechazo.
Si la veo así, tan bella,
ya no pienso en el corchazo.

Cactus susurrando:
¿Qué corchazo, fracasada?
Si estás acá congelada.

Santa Rita susurrando:
Congelada la mimada.

Cactus y Santa Rita ríen. 

Jazmín del país, no. Al ponerse nerviosa, pequeñas hojitas llueven como lágrimas.

Jazmín del país susurrando:
¿Servirán para que vea? 
Gritar o llorar no puedo
No se me cae otra idea,
¡Piensen también, se los ruego!

Cactus susurrando:
Si se quiere ir, que se vaya,
es una flor de canalla.
Yo sé que nunca me quiso,
todo porque soy un petiso.

Santa Rita susurrando:
¡Pero qué fácil ser vos!
La que no necesita agua
obvio que se cree un dios.

La ventana que da al balcón se abre. Ni una mirada: solo humo.

Jazmín del país susurrando:
Si hubiera nacido enagua
sé no me habría dejado.
Habría sido su guagua,
siempre hubiéramos gozado.

Cactus susurrando:
Basta de melancolía
debe haber una salida.

Por un rato, las tres hacen silencio. Hasta que el sonido del timbre irrumpe su letargo. 

Se cierra la ventana. 

La luz del departamento entonces, nuevamente se apaga.

Cactus:
Ahora sí nos dejó.

Silencio.

Cactus:
Y la perra ni miró,
ni mirada dedicó.

Silencio.

Cactus:
Esto no les va a gustar,
pero es tiempo que soltemos:
donde fue, no lo sabemos,
pero no va a regresar.

Jazmín del país:
Yo la muerte ya he aceptado
no puedo sin ella al lado.
Del fuego, a la ruín tostada,
sin más salvó y rescató.
Y a mí, así, enamorada,
aquí sin más olvidó.
De una tostada, celosa
así, triste ella me deja.
La tostada tan tramposa,
fuego es su efectiva queja.

Cactus:
¡Hay que dejar de llorar!
¿o no me van a escuchar?

Santa Rita:
Ambas me tienen cansada:
por tu patético llanto,
de verdad ya no te aguanto.
Y vos sos una tarada.
Qué te hacés la superada,
si no sos más que un espanto,
te lo digo, te lo canto,
que ya me tenés hinchada.

Cactus:
Cantando lo voy a decir:
vamos a sobrevivir.
Salvajes podemos ser,
tan sólo hay que florecer.

Santa Rita:
Difícil se me hace hablar,
si ya no me regarán.

Cactus:
¿Tan fácil se rendirán?
¡Aún podemos luchar!

Santa Rita:
Decime, qué voy a beber,
necesito algo absorber.
Si cayera un aguacero, 
le daría fin al duelo.
A ella yo nunca la amé,
solo agua necesité.

Cactus:
Sé que el cielo va a ayudar,
y pronto va a diluviar.
Mientras, deben escuchar.

Santa Rita:
¡Cielo dame una señal
si debo dar una chance 
aunque ya no me lo banque 
a éste que se hace el zorzal!

De pronto, truena. Santa Rita exclama aliviada. Cactus sonríe triunfante. 

Santa Rita:
Naturaleza tan sabia,
tu humedad borra mi rabia.
Estoy obligada a seguir
al Cactus hasta morir.
Deseo un feliz destino,
que no sea un desatino.
Total, no será peor
que una dueña sin amor.

Cactus:
Chane era una dueña mala,
solo a ésta la cuidaba.

Jazmín del país:
No te permito hablar de ella
como si no hubiera existido
Yo me entrego a la botella,
si no escuchan mi quejido.

Santa Rita:
Dejá de hablar como humana,
que no sos una marrana.

Jazmín del país:
Hablo como lo que extraño,
soy mi propio mercenario.

Santa Rita:
Vos estás muy deprimida,
pero yo lo escucharía.
Si llueve ya nada importa,
el agua nos reconforta.

Jazmín del país:
Sé que no soy la más seria
con mi llanto y mi miseria.
Pero que ella se haya ido
no tiene ningún sentido.
Quizá si fuera otra dueña
sin más nos haría leña.

Cactus:
Escúchenme bien las dos.
Mejor dicho, escuchá vos.
Ya no hay que desesperar:
porque vamos a luchar.

Jazmín del país:
¿Luchar? Yo nunca lo haría.
Antes quizá moriría.
Nací para la belleza,
y eso… es bien de maleza.

Cactus:
Siempre fuiste una clasista,
ojalá entera te pudras
y quedes fea a la vista.

Santa Rita:
Déjense de pelear,
y no me hagan enojar.

Cactus:
Y lo tenés que aceptar.
ya nadie te va a mimar…
… y nadie nos va a podar.

Santa Rita:
¿Y qué tiene de especial?
¿Cuál es la misión brutal?

Cactus:
Macetas derrumbaremos,
y la casa tomaremos.

Ninguna de las tres plantas emite palabra.

De pronto, el Jazmín del país comienza a llorar hojitas nuevamente.

Jazmín del país:
La voy a extrañar.

Santa Rita:
Lo vas a aceptar.

Jazmín del país:
Sin ella quiero morir.

Santa Rita:
No me lo hagas repetir.

Jazmín del país:
Es que…

Cactus interrumpe:
… lo vas a lograr,
vas a dejar de añorar.

Jazmín del país:
No sé pensar el mañana
sin que ella esté ya a mi lado.
Su delantal floreado,
sus manitos de artesana…

Santa Rita:
Tampoco estás solitaria
si no tenés propietaria.
Somos una rara flora,
junta hasta la última aurora.

Cactus:
Volverte salvaje es fácil,
pasa que vos sos tan grácil
que te pensás que sos frágil,
pero está en vos ser más ágil.

Jazmín del país:
Ahora el silencio llega:
por mi parte, voy a escuchar,
que tampoco soy una ciega,
sino nadie me va a amar.

Jazmín del país ríe. Con su risa, una florcita blanca se abre.

Cactus:
Esta situación les muestro:
si la humana ya no está
el departamento es nuestro.
Una gran selva se hará,
verde cubrirá los muros
nadie nos defraudará,
nuestros frutos ya maduros
luego de años caerán.
Después vendrán nuestras hijas
y tan libres crecerán,
nacerán sobre manijas
macetas ya no impondrán.

Silencio. Ni Santa Rita ni Jazmín del país saben qué decir. 

Santa Rita:
Qué lindo lo que decís
pero vos como… ¿cumplís?

Cactus:
¿Qué?

Santa Rita:
Vos decile, no me animo.

Jazmín del país:
Bien: yo nos abro el camino,
mis hojas de enredadera,
trepan por la medianera,
accedo al departamento 
y una vez que ya estoy adentro
con la Santa Rita unimos
nuestros verdes filamentos
y en una nos convertimos.
Pero con vos… ¿cómo hacer?
Tus raíces en las nuestras
no sé si van florecer…

Cactus:
¿Piensan lo mismo las dos?

Santa Rita:
Sí… ¿pero qué pensás vos?
Si tenés una respuesta
a armar la nueva floresta
hoy mismo, ahora empezamos.
Y sino… nos resignamos.

Cactus:
¿Se creen no lo pensé?
Naturaleza espinada
la mía de fracasada,
yo igual algo planeé.
Y que ambas tengan tupé
de dudar de mi mirada…
sé que pronto lloraré,
ya me deja derrotada.

Santa Rita:
No, no te hagás de rogar
si la casa hay que tomar.

Jazmín del país:
Y a llorar vos no te atrevas,
que así no tendrás mi apoyo.
Que por mucho te conmueva
no te crece ni un pimpollo.

Santa Rita susurrando:
Sh, no le digás así.

Cactus:
Con razón querés a Chane,
por lo mismo ella me odiaba.
Pero estás equivocada:
no hay pena que me agusane.

Santa Rita:
¿Cómo? ¿A qué te referís?

Cactus:
Porque yo no florecía
la Chane me aborrecía.
Le mentía. Yo podía.
Pero aunque no pudiera
y tuviera la razón
la cruel dueña cizañera
¿Porqué discriminación
a mi estéril situación?
Que nada tiene de malo
ser planta y no florecer
Que repitas su apuñalo,
me hace quererte morder.

Santa Rita:
Razón tiene a mi saber.

Jazmín del país comienza a llorar hojitas nuevamente.

Jazmín del país:
¡Yo te ruego me perdones!
De ella heredé lo peor,
pensé que yo era mejor
sé que es cuestión de elecciones.
Es tan lindo ser amigas,
perdón, hago lo que digas.

Cactus:
Por necesidad perdono
sin vos, nos falta el abono.

Santa Rita:
Ya que se reconciliaron
empecemos con el plan.

Jazmín del país:
Entrando al departamento,
a ella voy a extrañar
pensaré en su alejamiento
y a ustedes las voy a abrazar.

Santa Rita:
¡Dale que estoy entusiasmada!
Empecemos ya la acción.
Que se acerca el chaparrón
y me daré una panzada.

Cactus:
Macetas aprisionaron,
siempre nuestro descansar
y eso no da para más.
Primero, la enredadera
la casa así invadirá.
Segundo, con Santa Rita
en una se volverán.
Tercero, desde acá afuera
fiel mi ser resistirá.
Cuarto, bellas plantas nuevas
de sus hijas nacerán.
Y último, la primavera
lo demás lo arreglará.

Un relámpago ilumina el balcón. Luego, el sonido de un trueno.

Por último, la lluvia hace suspirar a las plantas.

Fin.

***

Sobre Carolina Mazzaferro:

Carolina Mazzaferro es dramaturga y directora. Licenciada en Actuación por la Universidad Nacional de las Artes y diplomada en Dramaturgia por el CC. Paco Urondo de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.

Ganadora del 14° Primer Premio Germán Rozenmacher de Nueva Dramaturgia con su obra «Lengua, lengua, lengua» (CC Rojas, 2023, Espacio Callejón, 2024), la cual estrenó bajo su dirección en FIBA 2023 y se publicó por EUDEBA-Libros del Rojas en una edición cuatrilingüe. Recientemente obtuvo una mención en el 5° Premio Estímulo a la Escritura Todos los Tiempos el Tiempo con su obra en proceso «La pluma».

Escribió y dirigió las obras «Dicen que no hablan las plantas» (Teatro El Tejón, 2021) y «Desnudez» (Teatro Anfitrión, 2018), que participó del FAUNA 2019 (Festival Artístico de la UNA en el C.C.San Martín) y se publicó en Voces Trasandinas: antología de dramaturgas emergentes de Chile y Argentina del Colectivo Destierros. Además, escribió la obra «Árida», dirigida por Sonia Gajnaj (Teatro El Tejón, 2024).

Actualmente dicta clases de Análisis del Texto Teatral en el ISEC, clases de dramaturgia en Escribir teatro, la escuela de Sol Rodríguez Seoane y en Parto teatro, estudio de actuación en Tigre.



COMPARTIR  

  CONTENIDO RELACIONADO