
Margarita Bali. Obras en video. Palacio Libertad: marzo y abril.
POR CLAUDIA GROESMAN
@claudiagroesman
La obra de Margarita Bali, coreógrafa, bailarina y video artista, contagia una pulsión hacia el espacio, un juego extasiado en el que la imaginación fuerza sus posibilidades para experimentarlo.

En Galaxia inmersiva los cuerpos son figuras que animan el espacio que las envuelve. La coreografía nos sumerge en el ritmo del que esas figuras danzantes participan, un ritmo percusivo y veloz que desafía la atención a una partitura de movimiento elíptico: se trata de un universo musical en el que las figuras recortadas levitan, girando sobre sí mismas en el espacio infinito.
El vestuario compone esa idea con las telas monocromáticas y flotantes. La inspiración en la Bauhaus nos permite reencontrar la relación entre la danza y la geometría, en una afinidad perfecta que nos hace viajar hacia el origen en el que ambas se confunden.
La obra provoca la ilusión de que los cuerpos han atravesado el límite en el que el espacio y el tiempo se vuelven inconmensurables, donde abandonan su condición terrenal para hacerse uno con el universo.
Nada pesa.
Galaxia inmersiva nos devuelve la experiencia estética en la que podemos representarnos la inmensidad sin conocerla, cuando remite como en este caso, no a lo que podemos determinar en su magnitud, sino al sentimiento que despierta en nosotros lo absolutamente grande. ¿En qué sentido se trata de una experiencia estética? Según Kant “para la apreciación matemática de las magnitudes no hay un máximo (…) pero para la apreciación estética de las magnitudes hay, en cambio, un máximo, y de éste digo que cuando es juzgado como una medida absoluta (…) lleva consigo la idea de lo sublime y determina aquella emoción que ninguna apreciación matemática de las magnitudes por medio de números puede producir”1
En esta inmersión contemplativa jugamos a perder la noción del adentro y del afuera, de lo cercano y lo lejano, de lo grande y lo pequeño. Nos representamos el universo como una danza sin principio ni fin que expande los límites de lo imaginable para situarnos en él y recuperar la idea de un todo en el que somos también, bailarines.

En Rocas, el espacio no es figurado sino real: la playa La Pedrera, Uruguay. Sin embargo, la artista parece imaginarlo como un espacio originario donde los humanos friccionan con una naturaleza que no los reconoce y que los desborda.
La obra está compuesta por tres pantallas a modo de tríptico en forma apaisada donde las distintas perspectivas remiten unas a otras creando un efecto de continuidad.
Las escenas recuerdan a De saco y corbata (1992) de la compañía Nucleodanza que Margarita Bali dirigió junto con Susana Tambutti, donde las bailarinas interpretaban coreográficamente el comportamiento del género masculino.
En esta ocasión, son cuatro intérpretes masculinos quienes recrean situaciones que aluden a comportamientos convencionales de género en medio de una naturaleza en donde la extensión y el volumen de la arena, las rocas y el mar parecen distorsionar su sentido. El paisaje los enfrenta a la lógica que éstos se esfuerzan en sostener. Sus cuerpos componen un lenguaje extrañado, como en un sueño, en el que la inquietante presencia de una mujer por momentos irrumpe, en otros los observa, merodea o los ignora.
El vestuario de época enfatiza su separación de la naturaleza, de una belleza que los anonada. En algunos momentos, los cuerpos se prolongan en ella como esculturas que han sido moldeadas sobre las rocas a fuerza del viento y del agua. En otros, las imágenes parecen cuadros de inspiración romántica.
La naturaleza se muestra inmensa, inalterable, mientras que los cuerpos se vuelven frágiles e inestables como si su intervención solo pudiera componerse con ella sin transformarla. En esta naturaleza mítica, la ensoñación produce figuraciones fantasmáticas que emergen del agua como su elemento.
Rocas compone un paisaje inmemorial que atraviesa a los personajes con sus atuendos y conductas estereotipadas. Puestos allí, fuera de su hábitat, se entregan a una suerte de liberación involuntaria. Hacia el final, sucede una escena donde uno de ellos, desnudo en la orilla con una tela translúcida suspendida por el viento como un ala, pareciera retornar al mar como su naturaleza primigenia.
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1Kant, I ( 2007) Crítica del juicio, Madrid: Espasa Calpe, p 184

Fichas técnicas
Galaxia inmersiva
Dirección: Margarita Bali. Música Original: Gabriel Gendin. Espacialización sonora: Gabriel Gendin. Edición de video: Margarita Bali. Asistencia técnica de video: Agustina Piñeiro. Vestuario: Monica Toschi. Coreografía: Margarita Bali y los intérpretes. Duración: 11 minutos.
Rocas
Dirección: Margarita Bali. Música: Marcelo Moguilevsky. Cámaras: Wanda López Trelles y Juliet McMains. Intérpretes: Carla Rímola, Ricardo Andrés Baigorria, Carlos Osatinsky, Juan Salvador Giménez Farfan, Fernando Nicolás Pelliccioli. Coreografía: Los intérpretes. Música Original: Marcelo Moguilevsky. Espacialización sonora: Gabriel Gendin. Vestuario: Mónica Toschi. Edición de video: Margarita Bali. Asistencia técnica de video: Agustina Piñeiro. Duración: 40 minutos.