Poeta, docente, investigadora de danza y artista escénica. Se formó en danza, actuación, composición coreográfica y dirección teatral.
Es directora de Acción ADN, proyecto que integra acciones poéticas de juego con el movimiento entre adultxs y niñxs en espacios públicos, y la obra escénica Diccionario de Figuras –fantasma.
Coordina clínicas individuales y grupales de seguimiento de procesos de creación escénica, investigación académica y proyectos pedagógicos para artistas de danza, del movimiento en general y para artistas cuya obra se centra en el cuerpo.
Realizó colaboraciones en las revistas Vox, Telón de fondo y Ramona de artes visuales.
Publicó el libro de poesía Estudio para un paisaje por la editorial Tantalia.
Recibió becas y subsidios para la realización de su obra del Fondo Nacional de las Artes, del Fondo Metropolitano de las Artes y las Ciencias y del Instituto Prodanza.
Es profesora de filosofía graduada de la Universidad de Buenos Aires. Actualmente es colaboradora de la sección DANZA y TEATRO de Replicantes Revista

Artículos de Claudia Groesman

El cuerpo como obra

Días atrás la artista Natacha Voliakovsky realizó una performance como parte de su muestra “La interfaz de la carne” que se exhibe en la galería Valerie’s  Factory.
La artista de performance hace de su cuerpo no solo un medio sino una obra en sí misma, a través de intervenciones quirúrgicas que transforman su materialidad con un sentido de reparación, donde el dolor se vuelve  el móvil inagotable de su búsqueda artística. Las marcas del dolor de vivir inducen la supuración imaginaria de una cicatriz longeva que renueva su costura bajo una nueva máscara. Su obra no es cobijo, es exposición.

Ya es tarde para todo

Sobre Mi joven vida tiene un final de Pablo Rotemberg

Sofía Brihet, directora de Apenas en la tierra, recuerda el impacto que tuvo en ella Los días felices, interpretada por Marilú Marini, una referencia imborrable que parece inspirar la atmósfera de la obra. En la obra de Beckett, el personaje no sabe que se hunde en el montículo de tierra poco a poco.  En la de Brihet, la Una y la Otra saben demasiado, aún de lo que desconocen. El malestar tiene un nuevo rostro, la información, que  flota en la superficie del lenguaje.  Es un lenguaje hastiado y vaciado de sentido. Es un saber-trampa que envuelve como una nube, una veladura que enceguece y ocluye el deseo.

Apenas en la tierra

Sofía Brihet, directora de Apenas en la tierra, recuerda el impacto que tuvo en ella Los días felices, interpretada por Marilú Marini, una referencia imborrable que parece inspirar la atmósfera de la obra. En la obra de Beckett, el personaje no sabe que se hunde en el montículo de tierra poco a poco.  En la de Brihet, la Una y la Otra saben demasiado, aún de lo que desconocen. El malestar tiene un nuevo rostro, la información, que  flota en la superficie del lenguaje.  Es un lenguaje hastiado y vaciado de sentido. Es un saber-trampa que envuelve como una nube, una veladura que enceguece y ocluye el deseo.

Concierto público #6 ft Henrik Ibsen Vol. 3

Las sillas se agrupan en diferentes lugares, lo que augura la intención de implicar al público por medio de la desorientación espacial: los recorridos de los cuerpos se organizan entre los espectadores en un espacio fluido, sin las delimitaciones que prevé el teatro tradicional.

Mi contundente situación

En “Mi contundente situación” de Diana Szeinblum, revivimos esa actividad desprovista de habla, origen y sostén de lo que nos mueve y del movimiento. Se trata de una actividad en la que claudican los roles fijos. La coreografía diseña el ruedo para que los cuerpos atraviesen el espacio que solo puede crearse entre ambos, en donde las distancias están magnetizadas, en donde no se consuma una forma única de encuentro sino que hay contagio y reverberación, trayectorias que ponen a prueba las sutiles conexiones, y que al materializarse encienden una experiencia  tan vívida como olvidada, para recobrarla en la escena.

Cuadernos de trabajo I: Insomnes y humillados

Cuadernos de trabajo I: insomnes y humillados es una “obra sin obra” como puntualiza el texto del ciclo Reuniones de Arthaus, surgida de un laboratorio de actuación en residencia dirigido por Luciano Suardi.
Más allá de que se trata de una apertura del laboratorio, interesa hacer una lectura del sentido que construye el montaje, de la temática que atraviesa  y de los procedimientos formales que involucra.

Ojos látigo de Leticia Coronel

Ojos látigo es una obra sobre el dolor que atraviesa a un grupo  de amigos por la muerte de uno de ellos, pero también sobre el sentido de pertenencia alimentado desde la infancia. La obra transita la pérdida en su dimensión ética al  reivindicar la presencia del amigo con la que sellan su compromiso de mantener viva su memoria. Es importante señalar que si bien se menciona no se tematiza el motivo de la muerte, sino que se hace hincapié en el arraigo que hace de la contingencia del encuentro un sentido de comunión elegida.

El trabajo

¿Cómo reconocer la propia tendencia? Matías, Marian y Dina, los personajes de El trabajo se observan mutuamente mediante reglas estrictas que evitan la condescendencia, el mérito, la autoayuda. El “lugar” del maestro se construye en la propia mirada y circula entre los integrantes del taller donde el modo más efectivo parece encontrarse en la invención de desafíos que involucran el cuerpo y ponen a prueba el olvido de sí mismos para desaprender lo que ya saben.

Un punto oscuro de Agostina Luz López

Un punto oscuro cuenta la muerte inminente de un padre. Nada sabremos de esa presencia a punto de desaparecer si no es por los relatos fragmentarios de Caro, Sofi y María, los personajes que componen la obra. En este sentido, la ambigüedad que constituye su ausencia en la escena provoca un abismo amortiguado por ese espacio límbico que construye la ambientación escenográfica casi blanca e insonora, de paredes y almohadones tejidos.

Gaviota: Una metáfora del encierro

Las actrices se sientan alrededor de una mesa que hace las veces de escenografía, cada una con su micrófono. Los espectadores se ubican en una extrema cercanía, como si la intención fuera cercar el espacio escénico y ser partícipes de la encerrona de los personajes.

Margarita y el tiempo

El acto de recordar en la danza es más que una operación de la memoria. Es una intervención que  va contra la época, y por eso la vivifica. Le da sentido al presente. Juego del tiempo rememora la danza como juego de signos que al secuenciarse revela una historia del cuerpo que se tensa entre el pasado inmemorial y el presente de un arte atravesado por el olvido.

NO

La obra delimita un espacio cubierto por una tela plástica transparente que por efecto de la luz se vuelve translúcida. Es un espacio velado, a través del cual contemplamos apenas siluetas de bordes difusos, o recortes de los cuerpos proyectados por una cámara en la tela, que nunca se nos dan a ver completos.  En algunos momentos se proyectan dibujos en vivo cuyas imágenes se expanden a las paredes y colorean la sala, o fragmentos de las letras de las canciones que cantan Carolina Saade y Lisandro Rodríguez. 

Margarita y el espacio

La obra de Margarita Bali, coreógrafa, bailarina y video artista,  contagia una pulsión hacia el espacio, un juego extasiado en el que la imaginación fuerza sus posibilidades para experimentarlo. 
En Galaxia inmersiva los cuerpos son figuras que animan  el espacio que las envuelve. La coreografía nos sumerge en el ritmo  del que esas figuras danzantes participan, un ritmo percusivo y veloz que desafía la atención a una partitura de movimiento elíptico: se trata de un universo musical en el que las figuras recortadas levitan, girando sobre sí mismas en el espacio infinito.

El Desmontaje de Jimena Márquez

El desmontaje es una obra en la que los materiales-una computadora sobre una mesa, dos pantallas  donde se proyectan imágenes visuales y audiovisuales, un micrófono- componen un relato escénico que Jimena Márquez, su autora, interpreta. Los planos que estructuran el relato son escenificados mediante posiciones y desplazamientos en el espacio que desbordan la situación convencional de una conferencia.

Yo es otro. Apuntes sobre la conferencia El oficio de morir de Marina Otero

En su carta a Georges Izambard Arthur Rimbaud escribe:
“Se trata de llegar a lo desconocido por el desarreglo de todos los sentidos (…) Es falso decir: yo pienso; sería mejor decir se me piensa-Perdón por el juego de palabras.
Yo es otro. Tanto peor para la madera que se considera violín….”1.

Una larga tradición del pensamiento parte del cisma anunciado por el poeta para señalar, contra el supuesto de un yo indiviso y dueño de sí mismo, su disolución en el lenguaje. Atravesar lo conocido implica acribillar el “yo pienso”, para dar lugar al cuerpo y sus manifestaciones: las tensiones, los impulsos, las emociones, los estados.

La danza como imaginación del derrumbe

Sus cuerpos se mueven en una deriva donde las líneas de fuerza se intersectan, se atraen y rechazan con la intensidad de un imán. Su trayectoria es imprevisible, desorientadora. Sin embargo, hay un plan que demanda su desciframiento en el curso de la acción.

La actividad consiste en proyectar direcciones, trazar distancias, observar las relaciones y disolverlas en un recambio veloz. Nada llega a ser, el ritmo se puntúa en cada desarme. La incertidumbre tiene una lógica.